Andrés García de la Barga y Gómez de la Serna firma sus artículos y sus libros como Corpus Barga. A lo largo de su vida, ironiza con la costumbre, tan española, por el gusto de los apellidos largos y acortó el suyo cuanto pudo.
En 1974, el cuarto volumen de sus Memorias, «Los Galgos Verdugos", recibe el premio de la crítica literaria y en 1975, poco antes de morir en Lima, la Asociación de la prensa de Madrid le nombra periodista de honor.
En aquellos años, Augusto Assía escribe en el desaparecido «Ya» que era imposible hurgar en la historia de Madrid, sin encontrar un García de la Barga o un Gómez de la Serna. Algo de razón tenía.
El padre de Corpus fue
un estrecho colaborador del General Prim y su abuelo materno, Pedro Gómez de la
Serna, traslada la Universidad de Alcalá de Henares a Madrid y, siendo Ministro, concede una beca para Alemania a Julián Sanz del Río. Alrededor de
las ideas krausistas que Sanz del Río trae de Alemania, se crea la Institución
Libre de Enseñanza.
En el 2004, se
organizó un acto de homenaje a Corpus en el Ateneo de Madrid. Recuerdo que el
Profesor Abellán, entonces Presidente del Ateneo, en la presentación del
homenaje dijo: ”una sociedad que olvida a personas como
Corpus es una sociedad gravemente enferma».
No sé si un olvido así
es síntoma grave de enfermedad social. Pero sí sé que, cuando organizaba el homenaje a Corpus, me llamó la atención las pocas personas que habían oído
hablar de él y las muy pocas que habían leído un artículo suyo.
Por si el Profesor Abellán lleva razón (nunca se sabe), he querido hablar de Corpus en JubJub. Es un abuso aprovecharme de la fama del Goya para conseguir audiencia. Lo sé. Pero no he podido evitarlo. Estoy seguro que sabréis disculparme, al tratarse de un paisano del Valle de los Pedroches y de Belalcázar.
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