viernes, 26 de septiembre de 2014

Brihuega: 25.09.2014


La inspiración, a veces, nace de un grupo de amigos reunidos alrededor de una mesa con buen vino, acompañado de buenas viandas. Todo esto concurrió ayer en Brihuega, en casa de Ricardo y Charo. 

Antes paramos en Torija y, en su castillo reconstruido, pudimos informarnos sobre toda Guadalajara a través de paneles, maquetas y reproducciones, junto con curiosos comentarios de una amable señorita que, según declaró, acostumbra a atender a los grupos; visitamos, por supuesto, el museo del Viaje a la Alcarria de Cela.

También hicimos una estación en Brihuega, antes de dejarnos caer en casa de Ricardo. Del maravilloso emplazamiento de la casa no añado nada a lo escrito en el mismo acontecimiento del año pasado. De la inteligente distribución de la casa, idem de idem. Sí debo repetir que Ricardo es un maravilloso anfitrión que se dedica a facilitar la estancia, la charla, la degustación de caldos y unas gustosísimas chuletillas de cordero. 

En estas condiciones,  con un cielo azul limpio, buena temperatura, pudiendo alargar la vista sobre el paisaje la charla nace y se anima sola, toma cuerpo, y como si se discerniera de los charlatanes, parece latir carnalmente. Una charla amigable desde las dos del mediodía hasta las ocho y media de la tarde no es fácil de resumir. También es comprensible que uno solo no pueda reproducir lo hablado, porque lo dicho suele volarse al concluir la charla, y solo quedan los recuerdos, las risas, las ocurrencias, los chistes, y alguna fotos fijas y mudas. Vamos, que nos lo pasamos de rechupete pasando de las ingenuidades hasta las más altas cumbres de la elucubración filosófica, con algún descarte político para celebrar que Ana Botella no volverá a ser Alcaldesa de Madrid y que todas las mujeres españolas seguirán siendo libres para decidir si quieren abortar o no, con la seguridad de que no se sentirán ni mejores ni peores, según sea su decisión personal, con la certeza de que nadie tendrá derecho a juzgarlas según sea su decisión. También descendimos a rebuscar en nuestras historias personales, en un ejercicio de memoria deslumbrante en muchos casos; pero sobre estos ángulos de la charla decidimos, y nos conjuramos, para que nada de lo dicho volviera a ser contado, ni narrado, ni desenmascarado; todos estas historias volaron para siempre hasta perderse en el horizonte.

3 comentarios:

  1. No esperaba menos de vosotros. Por eso yo también doy las gracias a Ricardo y espero que en alguna ocasión me sea propicia para participar de las tales convivencias.
    A tal efecto en correo aparte solicito a Eduardo la convocatoria de una Pacomia especial a la que, por primera vez, pueda asistir yo.

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  2. Gracias Eduardo por explicar de qué iba la conjura, porque en ese momento yo estaba en off pero me conjuré por no sabía qué. Ahora que lo sé y que no recuerdo de lo que se habló me quedo más tranquilo.
    Gracias Ricardo. Te aseguro que nunca en mi vida había comido tantas chuletas de cordero, buenísimas, por cierto. Gracias otra vez Ricardo por ser como eres (incluye tus habilidades de anfitrión) y gracias a todos también porque sois como sois

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  3. ¡Me lo perdí, me lo perdí! Yo, mientras, en una cura higienista de alimentación vegetariana en el Desierto de las Palmas, cerca de Oropesa. Me alegro por los que pudieron asistir y por los que podemos leer esa refinada crónica de lo acaecido.

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