Fenomenología del sexto sueño.
1. Encuadre y encaje.
1. Se garantiza la libertad
ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más
limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del
orden público protegido por ley.
3. Ninguna confesión tendrá
carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias
religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de
cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.
(Constitución española de 1978.
Art. 16).
La religión de la Nación española
es y será perpetuamente la católica, apostólica, romana, única verdadera. La
Nación la protege por leyes sabias y justas, y prohíbe el ejercicio de
cualquiera otra.
(Constitución Española de 1812.
Art. 12).
“En 1776, Madison y Jefferson consiguieron separar la iglesia
anglicana del estado de Virginia. La Iglesia dejó de percibir apoyo económico
del erario público y fue privada de sus estatus oficial. En 1784, el clero
intentó recuperar el terreno perdido con el apoyo de Patrick Henry y George
Washington a través de un bill
establishing a provision for teachers of de the Christian religión (proyecto
de ley para establecer una provisión para los maestros de religión cristiana),
que ya había existido antes. Madison escribe su Memorial, y la ley que pretendía reintroducir el apoyo estatal a la
Iglesia no fue aprobada. Lo que la asamblea legislativa sí hizo fue aprobar el
Acta de libertad religiosa de Jefferson (Religious
Freedon Act). De esta manera, se aseguró la separación de Iglesia y Estado
en Virginia. Posteriormente, este principio sería añadido a la Constitución en
la forma de primera enmienda (*)
(CLITEUR, Paul, Esperanto moral.
Por una ética laica, Los libros del lince s.l., Barcelona, 2009, pág. 232).
(*)El Congreso no hará ley alguna
por la que se adopte una religión como oficial del estado, o prohíba
practicarla libremente, o que coarte la libertad de palabra o de imprenta, o el
derecho del pueblo para reunirse pacíficamente y para pedir al gobierno la reparación
de agravios.
2. Fenomenología del sueño.
En la elipse del Oratorio de San Felipe Neri, en Cádiz, foro en el que
fue aprobada la Constitución española de 1812, el viernes 18 de septiembre de 2014, a media
mañana. Silencio; porque no había más visitantes; porque ni el audio ni el
audiovisual estaban conectados. Cerré los ojos, y soñé.
Oía, en sueños, el parloteo de los diputados en las Cortes de Cádiz, y
repasaba el texto que iba a aprobarse en breve. Consciente de que estaba en una
iglesia católica, leí con claridad el artículo doce del texto. La revolución no
tenía que ver con un avance laico de la política, y sí con la aspiración de los
diputados de tener un texto legal que amparase a todas las Españas.
Ciento sesenta y seis años después, otros diputados a Cortes, en el
Congreso de la Carrera de San Jerónimo, aprobaron la Constitución de 1978, en
la que la Iglesia Católica, en un estado declarado aconfesional, por causas
sociológicas (?) recibía un reconocimiento constitucional que, como mínimo,
empaña la proclamada aconfesionalidad del Estado.
En sueños, libre del tiempo y del espacio que delimitan el proceso
histórico, rememoré la huida desde Inglaterra a Nueva Inglaterra de los
perseguidos por causa de su religión.
Tres escenarios que, en sueños, vi a la vez, sin la sucesión que la
narración exige. Tres escenarios en los que la religión está en primer plano.
Tres escenarios soportados en el entramado que vivimos en nuestra realidad:
aconfesionalidad más que dudosa (los hechos lo atestiguan), la moral pública
determinada (o eso se pretende) por las creencias religiosas, y los defensores
de la separación entre Estado y Religión pisoteados por unos acuerdos
anteriores a la propia constitución vigente.
En mi sueño también vi pasar palabras como laïcité. Pero ni por asomo vi la palabra ateísmo. No soñé con un
estado ateo, sino con un estado laico, aconfesional, que da ejemplo a sus
ciudadanos justificando sus decisiones en una moral, o ética si se prefiere,
civil. La moral religiosa siempre se fundamenta en la existencia de dios o de
dioses; la moral ciudadana, civil, o laica, se fundamenta en la existencia del “otro”,
en los derechos individuales, políticos,
económicos y sociales de los ciudadanos.
El clamor de los debates de los tres escenarios sí lo oyeron mis
visiones oníricas. Cuando abrí los ojos no vi a la Inmaculada de Murillo, sino
a la representación femenina de la república enarbolando la bandera de la real
aconfesionalidad, que deja, por definición, a cada ciudadano la libertad de
creer en uno o más dioses, en brujas, duendes, elfos hadas, sirenas, en el
amor, o en lo que sea. Una república que no inicia guerras de ningún tipo, y
menos apoyándose en mensajes que dicen haber recibidos de Otro, como Moisés,
Josué, y todos los que posteriormente han defendido la guerra, la agresión, el
asesinato, para cumplir la palabra que dicen que han recibido desde el más allá.
¿Y los testigos de estos mensajes divinos?
3. Interpretación del sueño.
No recuerdo ninguna ocasión anterior a la descrita en la que haya vivido con más intensidad la necesidad de que
el Estado nunca tolere fundar su razón en la religión. Nos indignamos hoy
porque se dicte una orden universal para que quien quiera y pueda asesine a un
escritor; no olvidemos que el rey católico, Felipe II, dictó una orden de
asesinato contra Guillermo de Orange. ¿Cuántas guerras de “religión” ha sufrido
la humanidad? Y eso que las religiones defienden la paz.
(Releido este texto, me parece oportuno añadir un dato. siendo el día 27.09.2014: Guillermo de Orange fue asesinado, cumpliendo la fatua de Felipe II, rey de las Españas, la tarde del 10 de julio de 1584 por Balthasar Gérard.)
(Releido este texto, me parece oportuno añadir un dato. siendo el día 27.09.2014: Guillermo de Orange fue asesinado, cumpliendo la fatua de Felipe II, rey de las Españas, la tarde del 10 de julio de 1584 por Balthasar Gérard.)
Qué intensas y esclarecedoras tus visiones, Eduardo: las religiones defienden la paz que les conviene a ellas o en lo que ellas creen que es la paz. Lee —aunque te reconozco muy bien informado ya— la descripción de lo que ve otro visionario hoy en distinto escenario onírico:
ResponderEliminar“… si podéis matar a un no creyente americano o europeo -en particular a los malvados y sucios franceses-, o a un australiano o a un canadiense o a cualquier ciudadano de países que formen parte de la coalición contra el Estado Islámico, contáis con Alá y lo podéis hacer de cualquier manera: estrangulando, degollando o envenenando” (Abu Mohamed al Adnani, portavoz del EI).
“Es contradictorio, peligroso y hasta imposible, disfrutar de las ventajas de ser romano y al mismo tiempo aplaudir a los bárbaros”, A. Pz. Reverte.
Tras disfrutar de los sueños de Eduardo y el comentario de Amador me viene a la memoria el sueño de un inspirado Erasmo y su "Elogio de la locura". Curiosamente este libro Erasmo se lo dedica a su amigoTomás Moro.
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