Fuimos educados, y en mi opinión seguimos pensando en cuanto
a la enseñanza, en la creencia en la Verdad Cognoscible (racional) que puede
ser conocida y de hecho lo es cuando dominamos las emociones y dejamos actuar
libremente a la Razón que “intuye” las esencias verdaderas.
Tal fundamento del conocer y de la verdad se ha ido
definitivamente al garete tanto por la reflexión filosófica como por el propio
desarrollo del conocimiento científico.
La lógica de Aristóteles, del silogismo categórico, ha
desaparecido. No solo eso sino que la propia lógica matemática ha mandado
definitivamente tal pretensión al baúl de los recuerdos. (Teorema de Gödel:
Imposible el sistema lógico perfecto)
Esto ha dado pie a la superficialidad del conocimiento. La
Crítica de la Razón generada en la Modernidad, ha llevado a una razón que
critica lo que venga a cuento. Todo puede ser verdad con tal que “yo me lo
crea”. Y si genero (o generamos desde el poder, sea económico o político, o de
prensa o de publicidad… etc.) la capacidad de “hacer creer”, haremos verdades
porque “las cree la gente”. Es el Posmodernismo.
¿Sigue siendo la ciencia el gran argumento de autoridad en el
reconocimiento de la verdad?. Esta es la pregunta a la que responde
"La condición posmoderna" de Lyotard:
La pregunta, explícita o no, planteada por el estudiante
profesionalista, por el Estado o por la institución de enseñanza superior, ya
no es ¿es eso verdad?, sino ¿para qué sirve? En el contexto de la
mercantilización del saber, esta última pregunta, las más de las veces,
significa: ¿se puede vender? Y, en el contexto de argumentación del poder ¿es
eficaz? Pues la disposición de una competencia performativa parecía que debiera ser el resultado vendible
en las condiciones anteriormente descritas, y es eficaz por definición. Lo que
deja de serlo es la competencia según otros criterios, como verdadero/falso,
justo/injusto, etc., y, evidentemente, la débil performatividad en general.
Jean François Lyotard. La condición posmoderna.
Nada mejor le podría haber ocurrido a los “listos” capaces
de dominar las técnicas del “hacer creer”; ahora técnicas científicamente
estudiadas en las universidades mejores del mundo guiadas por una creencia
científicamente triunfante en todas las Universidades: EL LIBERALISMO ECONÓMICO.
Tales técnicas están magníficamente experimentadas mediante
el control del poder político-económico a través de la prensa, la propaganda, y
miles de aparatitos en los que se beben las fuentes del conocimiento.
Si la educación tradicional consistía en reprimir emociones
y “aprender la verdad conocida” ahora se trata de “opinar sobre las creencias”
donde todas las creencias tienen valor de verdad….. según el grado de
aceptación que tenga en el individuo o en el grupo, sobre todo en el grupo.
El grupo es el que otorga consistencia a la verdad. Y si
soy, o somos capaces de hacer creer a “la gente” (agrupada por grupos: mi
panda, mi club de fútbol, mis paisanos, mis vecinos, mi partido, o de manera general EL PUEBLO) que “esta
mierda está muy buena”, no cabrá duda de que “esa mierda es muy buena”.
Recordemos a Asenjo y aquello del hablar en público como: “Técnica de la
persuasión”.
Por eso han desaparecido los “empresarios” que ahora están
en manos de “los ejecutivos”, “asesores”, expertos llenos de másteres del
universo cuya “sabiduría” doblega las creencias de los representantes del
pueblo seleccionados “por el partido” generalmente poco preparados para resistir la "persuasión" de los expertos.
Ante tal situación ¿qué pueden hacer los maestros que han
sido formados para inculcar la verdad científicamente probada en los libros de
texto?
Y ¿quiénes están pensando que lo que social y radicalmente
tiene que cambiar es un sistema educativo que….. FOMENTE LAS VIRTUDES DOXÁSTICAS?
Nota: Aquí ponía fin a mi intervención. Pero al escribir
esta última interrogación “me s’ocurrió” escribir en google “virtudes doxásticas”
para ver qué salía; y la sorpresa que me he llevado es mayúscula. Al leer el
texto en el que aparece esa expresión…en la primera entrada de google:
al cabo me doy cuenta de que ¡eso lo he escrito yo!
al cabo me doy cuenta de que ¡eso lo he escrito yo!
Y en efecto, así es. Lo he comprobado. Esa frase y mucho más
está en el artículo “Verdad” de Wikipedia del cual me siento fundamentalmente
responsable.
Veo que se cita Wikipedia como fuente.
REFLEXIÓN: El autor del libro o texto y la Universidad de
Gerona que lo patrocina se supone que deberían ser fuente de conocimiento para
poder ser explotada por los wikipedistas. PERO
AHORA….. ¡¡ES AL REVÉS!!
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