Para Trini, al inicio
de tus 35 abriles.
Al
pensar en los nuevos misiles, tiemblo.
Viendo
el vídeo al estallar, mi razón
salta
por los aires, mi corazón
muere
con los muertos. De locos.
Es
la guerra. Necesario es que mueran
unos
pocos para poder conservar
nuestra
bien merecida seguridad. De locos.
En
el fondo era un problema económico,
al
no poder resolverlo, los políticos
lo
pasaron a los militares. De locos.
Destrucción
y muerte hasta
forzar
otro tratado de paz
que
nunca será duradera. De locos.
La
misma historia repetida
a
lo largo de los siglos
en
el planeta entero.
De
locos es continuar haciendo
las
mismas cosas, esperando
obtener
resultados diferentes.
Ni
la economía, ni la política,
ni
el ejército son su causa última,
¿para
qué seguir hurgando
donde
no hay nada que hallar?
Es de locos. El hombre no alcanza
a entender su vida, la muerte
se la arrebata y, quizás, por eso
piensa que no es suya.
Como necios locos nos lanzamos a creer
en sutiles vidas de entelequias
promovidas por intereses ajenos
a la naturaleza del ser humano.
No es que tengamos vida, somos vida,
la única que existe, aunque ignorada
sea por nuestra loca inconsciencia.
¿Será este es nuestro problema?
Otro tipo de locura es necesaria,
la de los hombres sabios, enteros,
dedicados, en verdad, a vivir la realidad
existencial de la energía que nos une.
En el proceso de esta energía increada,
indestructible, se forma la vida
en el amor de esa nueva mujer
que se sabe uno con todo cuanto es.
Loca por la vida del ser pleno,
dejarás de contar tus años
para afincarte en el abril eterno
del infinito amor de tu ser supremo.
El mundo ya sigue tus pasos.
Santiago Rupérez
Taipei, 21-4-2018.
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