PENSAMIENTOS A PROPÓSITO DE MR. SHELDON ADELSON

Parece ser que el sueño de Eurovegas se ha esfumado. Creo que Mr. Adelson ha sabido esperar a que se decantaran determinados acontecimientos para, como buen jugador, apostar por la mejor opción. La apuesta de Madrid tenía mucho que ver con que fuera la sede de los juegos olímpicos mundiales. Al no ser así, Madrid cayó del interés del magnate americano. No sé hasta qué punto le haya podido influenciar la situación socio-política de España al detectar que Cataluña, una parte, económicamente muy potente, de la nación anda muy revuelta para desgajarse. Mr. Adelson ha tenido la delicadeza de hinchar tanto el paquete de exigencias que la Administración del Estado se ha visto obligada a decir que las condiciones son inaceptables.

A los españoles nos queda el consuelo de pensar que la oferta de los muchos miles de empleos que se hubiesen derivado, al menos, no han sido para generar un mundo de especulación, de pornografía, de suciedad moral, etc. Ahora se especula si al querer saltar la ley de extranjería los tales puestos de trabajo tendrían que competir con la mano de obra del tercer mundo. Lo malo es que ello no consuela a quien no tiene trabajo y se había hecho alguna ilusión.

Mr. Adelson, feo de solemnidad, de alguna manera da un perfil humano un tanto viscoso. Pasar de vender periódicos a los doce años a ser acusado de financiarse con la prostitución china (según la administración Obama), pasando por ser uno de los más importantes magnates del mundo, no debe de ser tarea fácil. Pero así se presenta su cuenta de resultados. Apuesto todo contra nada, ya que de jugadores se trata, de que Mr. Adelson no es nada escrupuloso. Pero es un ganador de nuestro tiempo al que hay que extender alfombra roja, aunque luego se mee en ella.

La dolorosa contrapartida son los seis millones de parados que íbamos a poner a sus pies para ver a cuántos de ellos podría haber rescatado con un puesto de trabajo. A mí me da que Mr. Adelson nunca hubiese estado en las filas del paro. Sus condiciones personales no fueron mejores que la mayoría de los parados y sin embargo…

¿Es que no hay ningún revulsivo que nos ayude a salir de este letargo? ¿Es que nos hemos vuelto tan inútiles que sólo servimos para estarnos quietos (o a lo sumo vocear en manifestaciones) y esperar a que nos llamen con una oferta de trabajo, indigno, la mayoría de las veces? ¿Esta sociedad formada e instruida como nunca jamás, heredera de conquistadores, es incapaz de algo tan elemental como buscarse la vida? Me da pena el espectáculo de una España perdedora, de un Madrid asfixiado de basura, con inquietantes calles nocturnas apagadas por las huelgas. Tenemos que hacer algo más que echar la culpa al gobierno y sospecho que es la tarea de cada persona.