Hace algunos meses que casi tengo abandonado mi blog sobre el sistema escolar y la educación, porque no es la misma cosa escolarizar y educar, y me he dicho muchas veces que es porque el tertuliano ascendido a ministro, que cuando abandone el ministerio por fin dudo que pueda volver a ser tertuliano, aunque sí, payaso, me ha podido. Es inútil explicarle algo a un necio, si usamos necio en su sentido etimológico: "que no sabe", y yo añadiría que, además, no quiere aprender. Me ha podido.
En El País de ayer, con una entradilla en la primera pagina, Juan José Millás me ha explicado mi impotencia, mediante una pieza titulada "Un ataque político a las formas de vida" (páginas 40 y 41). No doy el enlace porque mi torpeza en la utilización de mi número de socio en El País, ha complicado y vetado mi acceso al periódico digital; si alguien puede proporcionar el enlace, se lo agradeceré durante años; tantos cuanto dure el desierto cultural y educativo y escolarizador, al que no está llevado el tertuliano ascendido a ministro con su "nesciencia" arrastrada hasta el BOE.
Solo voy a transcribir las últimas líneas:
"Tal vez los recortes que el Gobierno actual está aplicando a la formación humanística y, en general, a la cultura, no sean el origen de nuestras carencias educativas, sino su consecuencia. Lo hace porque puede. Lo hace porque nos puede. Nos puede porque nos hemos quedado sin discurso".
Necesito, y lo siento, transcribir también la entradilla de la primera página:
La cultura garantiza puestos de trabajo, genera actividad económica en influye en el PIB. Pero todo eso es pura filfa en relación con los beneficios intangibles que proporciona. Ir al cine, escuchar a Beethoven, leer a Dostoievski o visitar el Museo de El Prado no son formas de consumo. Son formas de vida. En vez de señalar en los periódicos que este Gobierno recorta las ayudas económicas al cine, al teatro, a la música, a la educación, etcétera, deberíamos denunciar que recorta las formas de vida actualmente existentes. "Desciende el número de formas de entender el mundo". "El Ministro de Cultura aboga por el monocultivo".
Este es el enlace requerido puesto por error en otro sitio. Con estos movimmientos de pantalla que nos mete google a veces uno se sitúa mal.
ResponderEliminarhttp://cultura.elpais.com/cultura/2013/12/25/actualidad/1387989932_163299.html
Leí el artículo de JJ Millás. Me gustó.
EliminarPor el momento, Eduardo, nos pueden o el Wertiginoso nos puede. Pero es tiempo de resistencia y en "el resistir" tenemos mucha experiencia...Ya veremos qué pasa..
Con resistir, Paco, poco hacemos, pero no sé qué más podemos hacer. Me pregunto si alguna vez el capitalismo ha pretendido, si quiera, repartir lo que rebosba de sus ubres. Ni eso quieren hoy repartir; no tiene ni ideología, ¿o sí?
ResponderEliminarEsta tarde iré al teatro: con más deseo, devoción y respeto si cabe. Como si entrara en un templo de proscritos, perseguidos inciensos y salmodias. El ambiente oficial parece insinuar que resulta casi un acto de rebeldía apenas a dos manzanas del Congreso ... de qué diputados?
ResponderEliminarCreo que al resistir se hace mucho y que la resistencia es la base de cualquier cambio...Es decir, quienes resisten hacen posible el cambio.
ResponderEliminarEs mucho, no suficiente, pero mucho...
Y los cambios vendrán poco a poco, reforma tras reforma, con una ocupación paso a paso del espacio público por los ciudadanos -RESISTENTES!!
Sí, sí. Ved si no cómo sigue Rajoy ahí: por su resistencia!
EliminarY qué resistencia..!!!
ResponderEliminarLo siento, pero resistencia, resisitir, me trae recuerdos análogos a la aceptación, sin más, de la realidad, y así no se cambia nada. Sin acción, no hay cambio, ni recambio, ni alternativa, ni ilusión, ni esperanza. Resitir atrincherado.... ¿dónde?
ResponderEliminarSi la palabra resistencia te trae recuerdo análogos a la aceptación de la realidad...pues totalmente de acuerdo contigo.
ResponderEliminarEn mi caso, resistencia me trae recuerdos oídos o vividos de cambio de una realidad inaceptable.En este sentido, la resistencia siempre ha sido una acción en el espacio público para cambiar una realidad con la que se está en desacuerdo, pagando, a veces en minoría o en solitario, las consecuencias de ese desacuerdo.
No sé, Eduardo, la palabra más precisa para designar esa acción. Para mí y creo que para otros muchos es "Resistencia" porque ha recogido actuaciones admirables de personas que dijeron no, cuando la mayoría callaba o miraba para otra parte. El ejemplo más cercano de resistencia es Mandela, que evidentemente no se quedó en el espacio privado de su casa viendo la Televisión...
En España, por supuesto, también ha habido ejemplos admirables de este tipo de resistencia. Pero es más difícil, a veces contraproducente hablar, hasta tal punto nuestro espacio público está cargado de minas..