viernes, 6 de febrero de 2015

El Cura y los Mandarines. Corpus Barga y Max Aub




Acabo de terminar la lectura del "Cura y los Mandarines" de Gregorio Morán. Luis Racionero en su reseña del libro dice:
"Yo no sé si Morán eligió ese tema para escribir en clave sarcástica y amarga o es el tema que te lleva a esa tesitura. Yo no escribiría sobre la cultura y la política en España desde 1962 para no entrar en una depresión profunda. Por eso agradezco que Morán se haya tomado la molestia y espero encontrar su libro sobre Ortega del que – por no vivir aquí – no tuve noticias en su día".
Max Aub en  "Una cena en Madrid en 1969" cuenta la invitación de Xavier de Salas a su casa. Pedro Laín Entralgo presidía la cena.  Max Aub  vive el encuentro como una prueba incontestable de la ruptura con el exilio republicano, tan brutal como la propia guerra civil. 
"Nadie me pregunta por nadie. Nadie manifiesta el menor interés en verme otro día, por preguntarme acerca de lo que sea. Les tiene sin cuidado" 
Incluso alguna de las damas tiene la audacia de escandalizarse por quienes se fueron de España sin necesidad, porque no les hubiera pasado nada...
En diciembre de 1970, Max Aub escribe a su amigo Corpus Barga: "Me hubiese gustado pasearme por la calle de Alcalá, entre Corpus Barga, de 83 primaveras, y Américo Castro, de 84, manteniendo en medio a su viejo amigo Max Aub, ya de sesenta y siete" .
Corpus, al dejar España por última vez, escribe también: 
"Han borrado los pasos y hasta las huellas" 
El encuentro en la calle Alcalá no fue posible. Max moría en 1972, Corpus más tarde en LIma y Américo Castro en LLoret, contemplando en silencio el Mediterráneo.

El tren de la historia no se detiene dos veces. Rara vez lo hace. De la actual crisis económica, algún día se saldrá. Pero no es seguro que recuperemos  nuestra cultura y nuestra historia. Después de la muerte del dictador, la minoría que quiso recuperarlas no encontró los medios para conseguirlo. Quienes tenían los medios, no quisieron, no supieron o no pudieron hacerlo. 
Quizás, la nueva generación haya ya aprendido o esté aprendiendo y quizás, la Puerta del Sol vuelva a ser testigo del sano orgullo de pertenecer a un pueblo, a una patria, a unos valores, a una cultura. ¡¡¡Ojalá!!!


2 comentarios:

  1. Lo terminé hace un par de semanas. Me lo pasé estupendo leyéndolo. Es una estupenda crónica con nombre y apellidos. Se lo he dejado a una amiga, por lo que no puedo acceder a los textos que más me han llamado la atención; esta amiga lee despacio. Cuando me lo devuelva habrá pasado de moda.

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  2. “Qué bonito es ver a la gente haciendo historia. Es emocionante ver a un pueblo sonreír en la puerta del Sol. Un pueblo con voz de gigante que pide cambio, justicia social y democracia. Veo aquí gente digna. Veo aquí la esperanza de construir entre todos un futuro mejor. Veo aquí soñadores ...

    ... Y hoy decimos patria con orgullo y decimos que la patria no es un pin en la solapa, no es una pulsera. La patria es esa comunidad que asegura que se protege a todos los ciudadanos, que respeta la diversidad nacionalidad, que asegura que todos los niños, sea cual sea el color de su piel, van limpios y calzados a una escuela pública, la patria es esa comunidad que asegura que a los enfermos se les atiende en los mejores hospitales con los mejores medicamentos. La patria es esa comunidad que nos permite soñar un país mejor, pero creyendo seriamente en nuestros sueños"·

    31 enero 2015, Pablo IGLESIAS, Puerta del Sol, Madrid

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