Me presento. Soy un ciudadano español humillado por la forma
en que he sido tratado como tal por el gobierno autónomo de Cataluña. Que quede
claro: por el gobierno autónomo de Cataluña y algunos representantes parlamentarios
que dicen representar al pueblo de Cataluña. Pero no me siento humillado por Cataluña.
Por eso mismo puedo entender, y entiendo que, muchos
catalanes pueden sentirse humillados por el Gobierno de España y algunos
representantes parlamentarios que dicen que representan al pueblo de España. Pero no puedo entender que se sientan humillados por España.
Vamos a hacer una cosa para entendernos mejor. Suprimamos en
los dos párrafos anteriores la palabra pueblo para saber a qué nos referimos en
cada caso. Vamos a sustituirla en cada caso por “la parte de ciudadanos que
corresponda”.
En el primer caso: sustituimos “que dicen representar al pueblo
de cataluña” por “representan a la parte de ciudadanos que les han votado”. De
esta forma separamos el Gobierno, que debe representar y gobernar a toda la
población catalana, de los parlamentarios que representan a una parte de la
población catalana.
De igual forma en el segundo caso sustituimos “que representan
al pueblo de España” por “representan una parte de ciudadanos que les han
votado”. De esta forma separamos el Gobierno, que debe representar y gobernar a
toda la población española, de los parlamentarios que representan a parte
de la población catalana y a parte de la población española.
Si hacemos este ejercicio de buena voluntad pienso que de la
misma forma que muchos catalanes se han sentido humillados por el Gobierno español,
al no haber escuchado las demandas de algunos catalanes, tendréis que reconocer
que muchos españoles nos hemos sentido humillados por el Gobierno de la
Comunidad Autónoma de Cataluña al no haber escuchado las demandas de algunos
catalanes.españoles y españoles en general.
Los dos Gobiernos han cometido errores de bulto. Pero hay
una diferencia que separa a uno y otro gobierno. El Gobierno de Cataluña ha
despreciado la Ley; y el Parlamento de Cataluña ha dejado sin voz a los
parlamentarios que representan a una parte muy importante de ciudadanos para
hacerse eco solamente de la otra parte.
Vuestra postura, puesto que no sois independentistas, resulta ambigua cuando, con un uso espúreo de la palabra democracia, toma partido y la
usáis a beneficio de una parte de la población catalana y española olvidando a la otra parte.
La democracia es para todos. Los votos son para las partes.
Así ha sido, como bien dices, a lo largo de toda esta esta crisis. Resultan ambiguas esas postura cuando no ofensivas en la medida en que se juega con una parte de la verdad. Y con las cosas de comer no se juega. Una cosa es cuidar el granero de votos y otra el trapicheo doloso. Esto último, inadmisible de todo punto.
ResponderEliminarLa Bescansa, que es cualquier cosa menos tonta, alerta acerca de cierto cementerio de elefantes.
De acuerdo, letra por letra, Mariano. El uso tramposo de las palabras, la imprecisión forzada e interesada, creer que si retuerzo la realidad también retuerzo las opiniones de los ciudadanos -los que me votan y los que no me votan-, estar usando las estadísticas -también retorcidas- y la máquina de sumar votos sin parar. A Colau le iría bien el sobrenombre, que no mote, de "entrambasaguas", y a Iglesias el de "personajes", porque cambia de careta siempre que le conviene. Interpretan sus papeles sobre una realidad complicada, compleja, llena de trampas y de tramposos mentirosos a ambos lado de la calle. Al final, los paganini, los de siempre y para siempre; porque la irresponsabilidad política solo tiene una penalización: no votar al irresponsable: LISTAS CERRADAS.
ResponderEliminarMás allá -o acá, no se- del uso de las palabras, los discursos, zigzags de partidos y asociaciones, las acciones y/o los simulacros, etc., me sigo preguntando el porqué.
ResponderEliminarEscucho, leo, pienso. Algo acierto a colegir, claro. O bastante. Pero nada acaba arrojando esa respuesta que busco. Tratando de abarcar CAT y más allá, creo que su problema les -nos- desborda en tanto que territorio e identidad asociativa. Quisiera ir más allá de los telediarios y ciertas locuras patentes o incongruencias que parecen de adolescentes.
Empiezo a intuir que es problema de globalidad y cambio de siglo. Una especie de modernidad distinta aún bastante desconocida y por ello temida, en la que tanto cada uno de nosotros de forma individual como el grupo en forma colectiva, las regiones, las sociedades intentamos descorrer un velo y damos palos de ciego: uno de los cuales pudiera ser refugiarse en lo más cercano e igual a mí y a los ‘míos’. Estos son malos, lo se, pero los de más allá son mucho peores o más imbéciles. Y ya es decir.
¿Unidos, o mejor desunidos para afrontar estas crisis disfrazadas de añejas identidades combativas? Qué paraísos soñamos cuando nos anuncian el no-empleo de casi el 50 % de la población para dentro de unas pocas décadas. O dicho en otras palabras, de qué estamos hablando.