lunes, 10 de septiembre de 2012

La sardina iluminada

Cuando la luna azul nos visitó por segunda vez este mes de agosto de 2012 ( evento que sucede cada dos años y medio), estaba añadiendo una connotación especial a una serie de circunstancias que han venido a crear un clima tal que ha hecho necesario generar la información que procuraré describir.
Me había pasado las otras estaciones del año a la espera del verano acariciando la idea de poder comer unas sardinas. No hay ningún problema, y así lo reconozco, en saborear las excelencias de unas sardinas cualquier día del año, pero esto que parece tan sencillo a la hora de la verdad no lo es tanto. La sardina impregna con su olor toda la casa, por más cautelas que se tomen a la hora de asarla y, por lo tanto, hay un rechazo total que solamente se me permite llevarlo a cabo en el chalé por aquello de poder asarlas al aire libre. Con la reforma del año pasado, había roto la plancha en la que asaba las sardinas, pero estuve muy presto a sustituirla por otra nueva. Así que este año estrenábamos una nueva plancha.
No es que pretenda ser un especialista en el tema de sardinas, pero han ocurrido una serie de factores que me han llevado a estas reflexiones y que las expongo para el mejor provecho del lector.
El tipo de sardina a que me refiero es de tamaño mediano, más bien pequeño. Es necesario que sea fresca y que al abrirla esté blanca en su textura. El punto de asado lo conseguí en el número tres de la plancha con un tiempo de tres minutos. Una vez que se sirven en el plato, bajo la temperatura al dos para que mantenga el calor mientras se van comiendo las servidas. Siguiendo las instrucciones de un pescadero, no se le echa aceite, ni sal, ni limón. Cuando se abren debe de salir la piel íntegra, que se retira con la espina y la cabeza, dejando fuera estos despojos en fuente aparte para que el plato quede limpio con el cuerpo de sardina que vamos a degustar. Es muy recomendable la moderación siendo seis o siete por persona una cantidad suficiente y si la frecuencia es de una vez a la semana el éxito está prácticamente garantizado. Se acompañan de una cerveza bien fría que ha estado previamente en el congelador durante un cuarto de hora.
Es recomendable que estas sardinas se tomen a la caída del sol, cuando nos visita una cierta brisa de la tarde/noche. No conviene trabajar al día siguiente para que el ánimo esté más relajado. Previamente se ha preparado una muy sencilla ensalada de hojas picadas de lechuga y cebolla adobada con aceite virgen, que se coloca en el centro de una mesa con mantel de hule, platos y vasos de cristal y servilletas de papel. Se coloca una mesita cercana donde vaya conectada la plancha de asar. Una agradable luz ha de poner el matiz que haga la sardina iluminada para que podamos llevar el ritual a que nos sometemos. He observado que cuando se están degustando estas sensaciones no es necesario que la conversación tenga protagonismo alguno. Un apacible silencio es un magnífico refrendo de que todo va bien.
No tengo ningún pudor en reconocer el grado de satisfacción que estas sardinas me han producido y para colmo la luna azul vino a acompañarnos con todo su vigor el viernes 31 de agosto. Con o sin luna, me han dejado tan buen sabor de boca que estoy presto a compartir la experiencia con cuantos aprecio y estimo. Sin embargo he de reconocer que no es fácil reunir tantas circunstancias. Hasta el punto que ando dando vueltas a la idea de crear una especie de asociación para aquellos agraciados introducidos y que pertenezcan al Club de la Sardina Iluminada.

Nota ilustrativa: Para aquellos asistentes que tanto festejaron el salmorejo, tengo que advertirles que la sardina iluminada, a pesar de las connotaciones de que se rodea, no deja de ser una humilde sardina. Eso sí, espero del agudo lector, que sepa tener en cuenta los muchos alicientes que tiene. Con ello es mi propósito sondear cuántos estáis interesados en ser introducidos en el Club de la Sardina Iluminada.
Requisitos:
-          Hay que ir y volver a unos 50 kilómetros de Madrid
-          Para los que no quieran conducir, existe una línea de autobús con una frecuencia de ½ hora desde la Plaza de Castilla y luego andar unos 200 metros
-          Menos el buen talante casi todo lo demás es negociable: la hora, la bebida, el tiempo, la fecha, incluso la ensalada
Entiendo que puede ser un interesante tema de pacomia.

1 comentario:

  1. Sardine alla griglia illuminati dalla luce della luna, ummm ... magnifico!. E buona birra anche! Bravo molto! Io voglio essere lì con tutti gli amici.

    Arrivederci ea presto, caro Sig. Luna.

    (jajajajajajaja.....)

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