jueves, 20 de octubre de 2016

Adiós, Hotel Whashingnthon; ¡hola, Chimenea!


Ea, que no decaiga, que somos de ayer y lo llenamos todo. La compañía inmejorable, la manduca-tapas varias muy bien, la cerveza (Calrsberg) en su punto, el sitio espléndido y bien comunicado, precio MB ¡¿podía ser de otra manera, con esa gestora que lo exploró?! Del Whashingnthon echamos solo de menos a los/as camareros/as.
Y ahora, qué más hay que decir, Eduardo, que el especialista eres tú. No me dejes solo: que los conozco, que son muy finos y mirados para estas cosas. Ah, vale, ya se: estuvimos por orden de caída, Ernesto — J Leal, este escribiente suplente grandilocuente, Paco Luna (que le costó un pelín dar con La Chimenea y eso que lo veíamos desde el ventanal a menos de dos metros), E de la S Prada (lo encontramos bien y optimista) y nuestro ínclito Ricardo C de León.

Y ahora ya de lo que hablamos: pues de lo que se terció con mesura y sosiego, de los compañeros y demás así como del desconcierto hispano ante la crisis (aquella que fue —y sigue siendo— económica), que acabó anegando los campos medio baldíos de la política. Y de Brihuega, lógico. En fin, que malos tiempos para la lírica, es más, para la épica incluso, que puntualizaría P Molera. Pero que nadie se llame a engaño: la velada transcurrió feliz, muy feliz (hay que joderse ... pero no nosotros).
Nota para Remigio ausente: sales a la calle a fumar un pito y estás viendo a la panda a menos de 1/2 metro.

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