Que no hay deseos cuerdos, con esperanzas locas.
El camarero amigo del Café Gijón me manda hoy el texto, encontrado bajo la taza, en la mesa de la última ventana. Muy cerca, Don José Maria del Valle Inclán, convertido en estatua del paseo de Recoletos, se ve obligado a guardar silencio
Me limito, como siempre, a copiar:
"Creían que lograda su investidura iban a gobernar, pero el desgobierno fue más profundo. Dejaban al descubierto tantas miserias que muchos ciudadanos miraban aquel sistema, como una gran impostura"
¡Qué gran amigo tienes, Paco, dicho camarero del Café Gijón! Y qué fabulosos son esos misteriosos sobres con mensajes que te deja de vez en cuando para que nos los transcribas. Este Blog tiene bastante suerte por esa parte. Hemos de saber además que hay gente que me pide la dirección del Blog para dárselo a sus amistades españolas; y quien lo envía a gente de Cuba, Argentina y Méjico (a veces con aclaraciones acerca de cuestiones locales o nacionales para que mejor lo comprendan los destinatarios). Tirar la toalla, nunca; hablar, siempre.
ResponderEliminarEn cuanto al escrito de esta vez, estoy muy de acuerdo: el sistema ha devenido una gran impostura. Nuestros votos se traducen a eso, a enjuagues, trapisondas y tejemanejes del poder y del dinero. Punto.
El camarero y este copista agradecidos a tu mensaje. El escritor de la mesa junto a la última ventana del Café Gijón me supongo que también, pero no puedo afirmarlo.
ResponderEliminarIncreíble que lleguemos a Cuba, Argentina y Méjico. Y, desde luego, "tirar la toalla nunca y hablar siempre"
También yo estoy de acuerdo con la gran impostura y nunca se sabe si el cambio será largo o llegará pronto. Pero la marcha para terminar con este sistema ha empezado ya y el futuro no tiene miedo al pasado.
Profunda reflexión Paco; sobre todo para nosotros quienes ya hemos vivido también nuestro futuro. No es hora de callar y tirar la toalla. La esperanza consiste en seguir viendo el horizonte aunque el horizonte sea para que lo vivan otros.
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