martes, 20 de marzo de 2012

Testigos de niños, testimonios de ancianos

Reyes Mate publica hoy en el País un artículo con este título y, entre otras cosas, dice:

"Los tribunales no están para condenar a los inocentes, todo lo más para silenciarles, como hizo el juez del Supremo, Juan Saavedra, que despidió a quien llegó a él para pedir justicia por sus muertos y desaparecidos con un "absténgase de perturbar al Supremo".
En España hay que derribar un muro de silencio, pero desde una sensibilidad decididamente opuesta, en el caso de los herederos del franquismo, o prudencialmente distanciada en el caso de los protagonistas de la Transición. Ahora bien, lo que piden los testigos es ser escuchados y que se les haga justicia, aunque sea bajo la forma modesta del reconocimiento de una injusticia. No venganza, sino piedad. Pero ni eso. De ahí que fuera de España nadie entienda lo que ha hecho el Supremo con la justicia".

Encontrar una salida digna a esta historia vergonzosa e interminable, desde la oposición de los herederos del franquismo y la sensibilidad prudencialmente distanciada de los protagonistas de la Transición, parece una tarea imposible. Se comprende que fuera de España nadie entienda nada y es admirable que en España, todavía no se hayan detectado brotes de una esquizofrenia colectiva.

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