Érase una vez un muchacho llamado Cody. Era de Ohio y había sido aceptado por la Universidad de su estado. Pero como el dinero no le llegaba ni para pipas, se buscó un trabajo: de hombre-anuncio para colchones consiguió uno.
Todos los conductores que pasaban apreciaban mucho su dedicación, la energía que ponía el pobre chico en su humilde labor. Y él siempre sonría. Sonreía y bailaba, bailaba sin descanso ... Así que, un buen día, Danielle y su amiga Lisa conmovidas de verlo ahí fuera a la intemperie, día tras día ganarse así unos pocos billetes, promovieron algo en su página de Facebook y Cody se llevó una de las sorpresas de su vida !
"Quería mostrar que tenía una buena ética de trabajo -dijo después-, inspirar a otros a hacer lo mismo. Y quizá hasta iluminar el día a alguien". Los participantes realizaron después una cuestación para ayudarle en sus gastos universitarios.
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