Gracias Paco. Muy oportuno en estos momentos recordar los antecedentes porque nada es nuevo bajo el sol. Y vistas las cosas desde la perspectiva de lo que estamos viviendo, pienso que la filosofía, cuando no es ideología, es más realista y necesaria para moderar a los políticos, porque ofrece campo al debate y la discusión. Lo peor son los políticos ideologizados o ignorantes en defensa de intereses nacionalistas particulares y/o personales.
Tiene gracia que ahora Junqueras no quiera ir de cabeza en la organización del referendum y, otros, no aceptan poner en riesgo su economía familiar. Lo que demuestra que la ley, por sí sola, aun siendo imperfecta, tiene un peso que es mejor que el "salto en el vacío" de los sueños.
Leer los dos discursos enteros es muy ilustrativo, y bastante más ilustrativo que solo las citas de este artículo. Lo recomiendo "encarecidamente". (Recuerdo a todos que hace unos cuatro años, sino cinco, en la entonces pacomia del Wellington, sostuve, y sigo manteniendo, que no habrá referéndum ni el 1 de octubre, y no sé en cuánto tiempo.
Entre otras razones porque ya tenemos un estado federal de hecho. Una prueba; en la constitución de 1978 se arbitra la opción de legislar en el parlamento español, leyes de base, con la sana intención de determinar un marco general, y que cad autonomía lo aplique. Es algo que ocurre con todas las leyes cuyo ámbito está en manos de las autonomías, y no se les llama de bases, sino leyes directamente.
Las intervenciones de Azaña y Ortega son largas, pero es un debate que me ha ayudadado a comprender el "problema catalán". Viejo problema que debería conocer bien la sociedad y, especialmente, los políticos de una y otra orilla del Ebro. Pero no parece que sea el caso.
Aunque se empeñen en buscar antecedentes históricos -y el más importante es el Compromiso de Caspe, por el que San Vicente Ferrer introduce a los Trastamara, castellanos, en el reino de Aragón- no se puede ir tan lejos, porque no es más que una utilización -mala, por supuesto- de la historia de forma tergiversada. La verdad, creo yo, es que todos, todos, los nacionalismos son del siglo XIX. El catalán, el español y el resto del mundo, despierta al nacionalismo con las fronteras, los visados y pasaportes, correos, monedas nacionales, reescritura de la historia de cada "nación", religiones versionadas y apropiadas en cada nación, etc. Hoy el concepto de nación, que no es el que Sánchez espetó, por ignorante, a López, depende de cada constitución, aunque los teóricos del derecho Político han dedican miles de páginas a definir el concepto de nación, que, creo, que ha estado vigente hasta los años setenta del siglo pasado. Desde entonces, los tratados inrternacionales han ido limando los límites del concepto jurídico-político. Hoy, nación es aquello que cada constitución establezca como tal; y las constituciones son perfectamente modificables. Estas precisiones hay que tenerlas en cuenta cuando se leen los discursos de Azaña y Ortega. Creo que la evolución conceptual de las sociedades en los últimos cuarenta o cincuenta años (¿quién pone límites temporales a las ideas?) es mucho más profunda que los rancios comentarios de unos y otros en nuestra querida España.
La visión de algunos dirigentes del PP sobre la Constitución me recuerda a la de Moisés ante las Tablas de la Ley... En ocasiones, incluso, con menos márgenes de interpretación...!!
Gracias Paco. Muy oportuno en estos momentos recordar los antecedentes porque nada es nuevo bajo el sol. Y vistas las cosas desde la perspectiva de lo que estamos viviendo, pienso que la filosofía, cuando no es ideología, es más realista y necesaria para moderar a los políticos, porque ofrece campo al debate y la discusión. Lo peor son los políticos ideologizados o ignorantes en defensa de intereses nacionalistas particulares y/o personales.
ResponderEliminarTiene gracia que ahora Junqueras no quiera ir de cabeza en la organización del referendum y, otros, no aceptan poner en riesgo su economía familiar.
ResponderEliminarLo que demuestra que la ley, por sí sola, aun siendo imperfecta, tiene un peso que es mejor que el "salto en el vacío" de los sueños.
Leer los dos discursos enteros es muy ilustrativo, y bastante más ilustrativo que solo las citas de este artículo. Lo recomiendo "encarecidamente". (Recuerdo a todos que hace unos cuatro años, sino cinco, en la entonces pacomia del Wellington, sostuve, y sigo manteniendo, que no habrá referéndum ni el 1 de octubre, y no sé en cuánto tiempo.
ResponderEliminarEntre otras razones porque ya tenemos un estado federal de hecho. Una prueba; en la constitución de 1978 se arbitra la opción de legislar en el parlamento español, leyes de base, con la sana intención de determinar un marco general, y que cad autonomía lo aplique. Es algo que ocurre con todas las leyes cuyo ámbito está en manos de las autonomías, y no se les llama de bases, sino leyes directamente.
ResponderEliminarLas intervenciones de Azaña y Ortega son largas, pero es un debate que me ha ayudadado a comprender el "problema catalán". Viejo problema que debería conocer bien la sociedad y, especialmente, los políticos de una y otra orilla del Ebro. Pero no parece que sea el caso.
ResponderEliminarAunque se empeñen en buscar antecedentes históricos -y el más importante es el Compromiso de Caspe, por el que San Vicente Ferrer introduce a los Trastamara, castellanos, en el reino de Aragón- no se puede ir tan lejos, porque no es más que una utilización -mala, por supuesto- de la historia de forma tergiversada. La verdad, creo yo, es que todos, todos, los nacionalismos son del siglo XIX. El catalán, el español y el resto del mundo, despierta al nacionalismo con las fronteras, los visados y pasaportes, correos, monedas nacionales, reescritura de la historia de cada "nación", religiones versionadas y apropiadas en cada nación, etc. Hoy el concepto de nación, que no es el que Sánchez espetó, por ignorante, a López, depende de cada constitución, aunque los teóricos del derecho Político han dedican miles de páginas a definir el concepto de nación, que, creo, que ha estado vigente hasta los años setenta del siglo pasado. Desde entonces, los tratados inrternacionales han ido limando los límites del concepto jurídico-político. Hoy, nación es aquello que cada constitución establezca como tal; y las constituciones son perfectamente modificables. Estas precisiones hay que tenerlas en cuenta cuando se leen los discursos de Azaña y Ortega. Creo que la evolución conceptual de las sociedades en los últimos cuarenta o cincuenta años (¿quién pone límites temporales a las ideas?) es mucho más profunda que los rancios comentarios de unos y otros en nuestra querida España.
ResponderEliminarLo siento. Me ha salido muy largo.
ResponderEliminarUna cosa más. Parece que para Rajoy la Constitución del 78 es algo así como lo que fue durante siglos el derecho natural, y hoy ya no existe.
ResponderEliminarLa visión de algunos dirigentes del PP sobre la Constitución me recuerda a la de Moisés ante las Tablas de la Ley... En ocasiones, incluso, con menos márgenes de interpretación...!!
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