¿Nadie? ¿Ninguno de los asistentes puede reseñarla en el blog. ¡Por favor! Me la perdía con gran dolor del corazón, pero Madrid tiene un defecto: no tiene mar, y si tengo la oportunidad de ir al mar, de donde parece que venimos casi todos, no lo resisto: me lanzo al agua salada; en ella estaba mientras en el hotel Wellington se jugaba parte del día 24 de este mes en Brihuega. me la perdí, sí, pero nos veremos las caras en Brihuega, en la villa de Ricardo, cual Jardín de Epicuro: buena comida y buena charla; a eso aspiraba Epicuro, y nosotros lo tenemos. Espero que los giros del Vaticano también rehabiliten a Epicuro y Lucrecio, a los que echaron al olvido y la maledicencia por defender la búsqueda del placer, negar a los dioses su providencia, y declarar la materia infinita en el espacio y en el tiempo, a la vez que declaraba que el alma también está compuesta de materia, de átomos, que tras la muerte se reconvierten en otros seres. Hablaremos en Brihuega.
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