"... Al cabo de dos siglos, la magia de estos cuentos se
sigue reproduciendo en el gran mercado del mundo, donde nunca falta gente que
cree que besando sapos se accede a la riqueza. Algunos, por si acaso, hasta se
los comen. Pero para ser justos, los Grimm no tienen la culpa de ello".
Gracias por tu colaboración, Graciela.
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